7 de enero de 2018, la famosa presentadora (además de periodista, productora, empresaria, actriz…) Oprah Winfrey, sube al escenario de los Globos de Oro para recoger su premio a “una de las mujeres más influyentes de nuestro tiempo”.
Pero -lejos de cumplir con el protocolo de agradecimientos y demás parabienes que suelen abundar y aburrir a la audiencia- se preparó y pronunció un discurso que se recordará por mucho tiempo.
Resultado: el auditorio le despidió en pie y con aplausos, y algunos medios de comunicación la postularon inmediatamente como futura candidata a la Casa Blanca.
Veamos las claves.
Si eres capaz de atraparles desde el principio, tendrás medio camino hecho
El comienzo es la base sobre la que se sustentará el resto de tu discurso.
Fíjate como empieza Oprah: “En 1964 yo era una pequeña niña sentada en el piso de linóleo en la casa de mi madre en Milwaukee, viendo a Anne Bancroft presentar el Oscar al Mejor Actor en la 36 entrega de los Premios de la Academia. Ella abrió el sobre y recitó cinco palabras que literalmente hicieron historia: “El ganador es Sidney Poitier”.
En apenas 4 líneas, tu cerebro ya ha sido capaz de imaginar perfectamente la situación. La oradora ha “pintado” -como si de un óleo se tratase- el escenario, la foto sobre la que se desarrolla la escena. Y lo ha hecho incluyendo 4 elementos clave “Fecha, lugar, situación, acción”.
La humildad, esa cualidad que todos adoramos
Dar las gracias a gente por su nombre y apellidos, y reconocer -en un acto de humildad- que sin ellos no hubiera sido posible alcanzar ese premio, es un acto de justicia pero también de humildad que el oyente valora mucho. Y más viniendo de una super estrella.
Agradece sí, pero ve un poco más allá
No te quedes nunca en los agradecimientos vagos: “Gracias a Luis por todo, a Paco porque sin él no hubiera sido posible este acto, a María por apoyarme siempre, hasta en los malos momentos, … ". Esto no aporta nada al discurso. No olvides que estás hablando para todo el público. Justifica correctamente tus agradecimientos.
Oprah aprovechó su turno de “gracias” para lanzar profundos y potentes mensajes al auditorio.
Agradeció a la prensa “dedicación insaciable por descubrir la verdad absoluta” y se solidarizó con ella por estar “sitiada” en estos días, en clara referencia a Donald Trump.
Además, se dirigió “orgullosa” hacia las mujeres por ser “fuertes y empoderadas para hablar y compartir sus historias personales”, en una clara alusión al movimiento feminista, el eje principal de su discurso.
Las historias atrapan… siempre
No hay nada mejor para mantener a tu oyente pegado al asiento que una buena historia. Y si es personal, mucho mejor.
Oprah maneja a la perfección el género narrativo.
Comienza su discurso con una historia propia (año 1964), cuando de niña le impresionó que un hombre negro recibiera un Óscar. Continúa en 1982 y la recogida del premio Globo de Oro, también para Sidney Poitier. Y finaliza con Recy Taylor, que en 1944 fue violada y secuestrada, y defendida por Rosa Parks (famosa activista por los derechos de la mujer que en 1955 se negó a cederle su sitio en el autobús a un hombre blanco).
Logra unir las tres historias entorno al eje de las desigualdades de dos grupos que aún las sufren en EEUU: negros y mujeres.
Pone de manifiesto que dichas injusticias aún existen y -de alguna manera- personifica en ella misma (una mujer negra triunfando en un mundo de hombres blancos) la “esperanza en un mejor mañana”.
Ponle cara a las historias. Personaliza
Una forma de humanizar los discursos es nombrando a personas. El discurso de Oprah está plagado de nombres propios: Anne Bancroft, Sidney Poitier, Dennis Swanson y Steven Spielberg, Recy Taylor y Rosa Parks.
Incluye contrastes que “rompan” tu discurso
La intervención de Oprah "sufre" un "frenazo" tremendo cuando dice: “Pero su tiempo se acabó. Su tiempo se acabó. Su tiempo se acabó.”.
Es una forma de "romper" el discurso en dos partes: lo que está antes de esta frase y lo que viene después. Es lo que se llama un contraste, es decir un "cambio" en el discurso. Puede ser de muchos tipos, en este caso el tono cambia radicalmente y da paso a la segunda parte de su discurso.
Además, las repeticiones son un magnífico instrumento para recalcar una idea, sonar poderoso e incrementar el efecto recuerdo en el oyente.
Estructura bien tu discurso y nadie se perderá
El discurso tiene una estructura muy definida:
- Comienza con una circunstancia que le impactó: el premio a un actor de raza negra.
- Continúa dando las gracias a la prensa y al colectivo de mujeres, aprovechando para enviar mensajes muy profundos.
- Detiene su discurso de forma muy hábil con la frase "el tiempo se acabó", que las cosas tienen que cambiar.
- Lanza el mensaje final un mensaje de esperanza en un futuro en el que las mujeres no necesiten defenderse.
Añade valor
Al acabar tu discurso, cada uno de tus oyentes se tiene que quedar con la sensación de que ha obtenido algo al ir a escucharte. Puede ser un dato importante, una reflexión reveladora, una enseñanza muy útil... cualquier cosa que quieras regalarles y que ellos perciban como de gran valor.
Oprah lanzó dos reflexiones a modo de enseñanzas, muy importantes:
- “Hablar con la verdad es la herramienta más poderosa que todos tenemos”, en referencia a la prensa.
- “He entrevistado y retratado a personas que han resistido algunas de las peores tragedias que la vida puede arrojar sobre ti, pero la única cualidad que todos tienen en común es la habilidad de mantener la esperanza en un mejor mañana, aún durante nuestras noches más oscuras.”, en alusión al movimiento feminista.
Así que recuerda esto: un discurso sin valor es una pérdida de tiempo para tu oyente.
Acaba por todo lo alto y dejarás a todos con la boca abierta
Acaba lanzando un mensaje positivo de esperanza: “Así que quiero que todas las jóvenes que están viendo en este momento, ¡sepan que un nuevo día está en el horizonte!
Y cuando ese nuevo día finalmente comience, será porque muchas de esas magníficas mujeres, muchas de las cuales están aquí en la sala esta noche, y algunos hombres fenomenales, están peleando duro para asegurarse de convertirse en los líderes que nos lleven al tiempo en el que nunca nadie tenga qué decir de nuevo ‘Yo también’, otra vez”.
Esto es importante, porque los oyentes huyen de las personas negativas y de los horizontes oscuros y catastrofistas.
La puesta en escena
Oprah maneja a la perfección la oratoria. Desde el escenario de los Globos de Oro da la sensación que le está hablando a cada uno de los oyentes de forma individual, acentuando cada frase con el movimiento de su cabeza y de su mano, y mirando a toda la sala.
La forma de pronunciar algunas frases, remarcando despacio y muy muy claramente cada una de las palabras, es una manera muy eficaz de llegar al público.
También uso los cambios de velocidad, una buena manera de incluir un contraste que saque un discurso del tono monótono.
Incluso en algún momento llega a emocionarse, una manera muy apropiada de humanizar una intervención pública y que el público agradece mucho.
Y levanta la voz, casi grita -una magnífica forma de recalcar un mensaje-, cuando habla del mensaje de esperanza, volumen que mantiene entre aplausos hasta el final de su intervención. Magistral.
Vídeo del discurso
Transcripción del discurso
En 1964 yo era una pequeña niña sentada en el piso de linóleo en la casa de mi madre en Milwaukee, viendo a Anne Bancroft presentar el Oscar al Mejor Actor en la 36 entrega de los Premios de la Academia. Ella abrió el sobre y recitó cinco palabras que literalmente hicieron historia: “El ganador es Sidney Poitier”.
Subió al escenario el hombre más elegante que jamás había visto. Su corbata era blanca, su piel era negra -y lo estaban celebrando-. Nunca había visto que premiaran a un hombre de raza negra de esa manera. He intentado muchas, muchas veces explicar qué es lo que significa un momento como ese para una pequeña niña, una niña que miraba desde un asiento barato mientras su mamá entraba por la puerta cansada de limpiar las casas de otras personas. Pero lo único que puedo hacer es citar y decir que la explicación a la actuación de Sidney en ‘Lillies of the field’ fue: “Amén, amén, amén, amén”.
En 1982, Sidney recibió el premio Cecil B. DeMille justo aquí, en los Globos de Oro, y soy consciente de que, en este momento, habrá alguna niña viendo en la televisión como yo me convierto en la primera mujer de raza negra en recibir este premio.
Es un honor y es un privilegio el compartir esta noche con todos aquellos, con los hombres y mujeres increíbles que me han inspirado, que me han retado, que me sostuvieron y que hicieron que mi viaje hacia este escenario fuera posible.
Dennis Swanson, quien se arriesgó por mí en AM Chicago. Quincy Jones que me vio en ese programa y le dijo a Steven Spielberg: “Ella es ‘Sofía’ en ‘El Color Púrpura’. Gayle (King), quien ha sido una amiga y Stedman (Graham), quien ha sido mi roca.
Quiero agradecer a la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood (HFPA). Todos sabemos que la prensa está sitiada en estos días, también que la dedicación insaciable por descubrir la verdad absoluta es lo que nos impide ‘hacernos la vista gorda’ ante la corrupción y la injusticia, a los tiranos y a las víctimas, y a los secretos y a las mentiras.
Quiero decir que ahora valoro a la prensa mucho más que nunca, cuando intentamos navegar en estos tiempos tan complicados, lo que me lleva a esto: lo que sé con certeza es que hablar con la verdad es la herramienta más poderosa que todos tenemos.
Y estoy especialmente orgullosa e inspirada por todas las mujeres que se han sentido lo suficientemente fuertes y empoderadas para hablar y compartir sus historias personales. Cada uno de nosotros en esta sala estamos siendo celebrados por las historias que contamos, y este año nosotros nos convertimos en una de esas historias.
Pero no es sólo una historia afectando a la industria del entretenimiento. Es una que trasciende cualquier cultura, geografía, raza, religión, política o espacio de trabajo. Así que yo quiero expresar esta noche mi gratitud hacia todas las mujeres que han soportado años de abuso y agresión porque, como mi madre, han tenido hijos que alimentar, facturas que pagar y sueños que perseguir. Ellas son mujeres de las que nunca sabremos sus nombres. Son trabajadoras domésticas y del campo. Están trabajando en fábricas y en restaurantes; igual que en la academia, la ingeniería y la ciencia. Son parte del mundo de la tecnología, la política y los negocios. Ellas son nuestras atletas en las Olimpiadas y nuestros soldados en el ejército.
Y hay otra persona, Recy Taylor, un nombre que conozco y que ustedes deberían conocer. En 1944, Recy Taylor era una esposa joven y una madre que regresaba de un servicio religioso que atendía en Abbeville, Alabama, cuando fue secuestrada por 6 hombres blancos armados, quienes la violaron y la dejaron vendada de los ojos a un lado del camino de regreso a su casa. Ellos la amenazaron con matarla si le decía a alguien, pero su historia fue reportada a la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP), donde una joven trabajadora con el nombre de Rosa Parks se convirtió en la principal investigadora de su caso y juntas buscaron justicia. Pero la justicia no era una opción en la era de Jim Crow.
Los hombres que trataron de destruirla nunca fueron perseguidos. Recy Taylor falleció hace 10 días, apenas a unos días de su cumpleaños 98. Ella vivió como todos lo hemos hecho: muchos años en una cultura brutalmente rota por hombres poderosos. Por mucho tiempo las mujeres han sido ignoradas y no se les ha escuchado cuando se han atrevido a hablar de la verdad sobre el poder que tienen esos hombres.
Pero su tiempo se acabó. Su tiempo se acabó. Su tiempo se acabó.
Y yo tengo la esperanza de que Recy Taylor murió sabiendo que su verdad, como la verdad de muchas otras mujeres que fueron atormentadas en estos años -y que siguen siendo atormentadas en estos días- sigue adelante, como el corazón de Rosa Parks que 11 años después encontró la fuerza para quedarse sentada en ese autobús y no ceder su asiento en Montgomery, y está aquí mismo en cada mujer que elige decir ‘Yo también’, y en cada hombre que elige escuchar.
En mi carrera lo que siempre he intentado hacer al máximo, ya sea en cine o televisión, es tratar de decir algo sobre cómo los hombres y las mujeres se sienten realmente. Para decir cómo nosotros experimentamos vergüenza, cómo amamos, cómo nos enojamos, cómo fallamos, cómo emprendemos la retirada, cómo perseveramos y cómo, finalmente, nos superamos.
He entrevistado y retratado a personas que han resistido algunas de las peores tragedias que la vida puede arrojar sobre ti, pero la única cualidad que todos tienen en común es la habilidad de mantener la esperanza en un mejor mañana, aún durante nuestras noches más oscuras.
Así que quiero que todas las jóvenes que están viendo en este momento, ¡sepan que un nuevo día está en el horizonte!
Y cuando ese nuevo día finalmente comience, será porque muchas de esas magníficas mujeres, muchas de las cuales están aquí en la sala esta noche, y algunos hombres fenomenales, están peleando duro para asegurarse de convertirse en los líderes que nos lleven al tiempo en el que nunca nadie tenga qué decir de nuevo ‘Yo también’, otra vez”.
Ahora tu turno. ¿Qué destacarías del discurso de Oprah Winfrey?
¡Te espero en los comentarios!