Hace un tiempo tuve un problema con el acceso a mi cuenta bancaria a través de la aplicación del móvil.
Nada que no pueda solucionar con una llamada a mi banco.
En mi banco (uno de color naranja, que no sé si se debe decir nombres, pero por si acaso no lo menciono), siempre me tratan bien.
De hecho, siempre es siempre, porque nunca he tenido ningún problema con ellos. Cada vez que tengo alguna consulta o incidencia, rápidamente me lo solucionan por teléfono.
Y esta vez no iba a ser menos. La chica que me atendió fue profesional y, tras unas breves preguntas, problema resuelto.
Genial, pensé.
Estaba diciéndole "adiós y muchas gracias" cuando la amable señora me interrumpió antes de colgar.
- "Disculpe, ¿sabe que tiene un préstamo preaprobado de 3.000 euros?"
- "Sí, pero no me interesa", contesté.
- "Es un préstamo con un tipo de interés del x% que no tiene ninguna comisión, bla, bla, bla..."
- "Gracias pero no, hasta lue..."
- "Sabía también que disponemos de unos fondos garantizados que..."
- "De verdad, no me interesa".
- "Pero tienen una rentabilidad..."
- "No, lo siento pero tengo mucha prisa y le tengo que dejar..."
Fue una breve pero reveladora... "conversación de besugos".
Yo diciéndole que no estaba interesado en lo que me estaba contando y ella haciendo oídos sordos y soltándome toda su batería de propuestas financieras y de inversión.
Vamos, una pérdida de tiempo para ambas partes.
Supongo que soy una víctima más de los miles de usuarios que tienen que soportar este tipo de prácticas.
Y la culpa no es de la amable chica, que hacía su trabajo, sino de quienes diseñan este tipo de viejunas prácticas de "marketing de bombardeo masivo".
Cosas propias de directivos sordos que no escuchan a sus audiencias. Allá ellos.
A la hora de diseñar una charla, muchas veces ocurre lo mismo. Pensamos en nosotros mismos y nos olvidamos de nuestra audiencia. Y claro, ésta acaba pidiendo la hora.
Cuántas veces habrás asistido a un discurso tan aburrido que desearías no haber llegado hasta allí.
Ya, muchas.
Muchas, seguro que muchas.
Y seguro que no quieres que eso te pase a ti. En mi formación para diseñar charlas tú a tú, tú a 3, o tú a 100, porque en esencia la forma de comunicar no cambia, te enseño a enfocar tu mensaje con la misma precisión que un cirujano que opera a corazón abierto.
Se trata básicamente de conocer a tu audiencia y de cómo dirigir tu mensaje hacia ella. Por eso tenemos 2 oídos y 1 boca. Lo explico con detalle en el paso 2.
El enfoque es el paso más importante de todos. Interesados, aquí:
Pasa un gran día.
Esaú Martín.
El alta es gratis, la baja también.
* Escribo a diario historias sobre cómo destacar al comunicar en público. Además, te ofreceré productos de pago de alto valor para mejorar tu oratoria y que disfrutes hablando. Si esto es un problema para ti o crees que puedes ser el próximo Obama en dos tardes, por favor no te suscribas.
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