Llevo muchos años viendo charlas TED.
Supongo que como muchos o varios de vosotros.
Pero pocas de ellas las veo sentado en mi incómodo sofá de casa. Tampoco tumbado en la cama. Porque yo no veo las charlas TED para disfrutarlas, sino para desentrañarlas, que no es lo mismo.
Básicamente las disecciono.
Es decir, cojo el texto y lo voy separando para ver cómo el orador va colocando cada uno de sus mensajes. Algo así como coger un puzzle hecho y deshacerlo cuidadosamente para descubrir cómo encajan las piezas.
Dicho así parece un labor un tanto romántica, sutil, placentera... pero no lo es.
Se parece más a un laberinto que tienes que atravesarlo al revés. Es decir, empiezas por la salida y tratas de llegar a la entrada.
Un verdadero quebradero de cabeza, vamos.
Pues así es como me siento cuando analizo una charla TED (y cualquier otra charla). Es poner el cerebro al máximo estrés, tratando de encontrar una lógica al orden (o desorden) que cada orador imprime a su discurso.
Generalmente tardo bastantes horas en conseguir descifrar el enigma.
Bueno, todo esto seguramente te dará igual, pero el caso es que hace ya algunos meses tuve un momento de esos de inspiración. A veces me sucede, aunque son pocas.
En una de esas charlas que estaba analizando, encontré una fórmula muy clara, tan clara que me parecía increíble. No podía ser. Tan fácil no.
Pues sí, lo era.
Descubrí un patrón muy claro en esa charla, y rápidamente fui a otras a ver si coincidía. Mi sorpresa fue que sí. Coincidía.
¿Al 100%?
¿Una fórmula increíble que explica el universo?
¿El Santo Grial?
No.
No coincidía al 100% porque la gente no escribe en base a fórmulas. Sería estúpidamente aburrido. Pero las personas copiamos. Nos copiamos unos a otros, a veces sin darnos cuenta. Por decirlo de una manera más sutil...
Nos inspiramos...
(Vamos, que nos copiamos).
Pero copiar no está mal si lo haces con sentido y sin ser al pie de la letra.
Bueno, así que encontré un patrón. Un patrón que se repite en prácticamente todas las charlas TED que merecen la pena. Quizá ni los propios oradores sean conscientes de ello.
Es un patrón que -como buen patrón- tiene sus variaciones. Y como buen patrón es sencillo. Y como buen patrón es muy fácil de aplicar.
Lo he llamado HELL, como infierno en inglés.
En el paso 8 de mi curso lo explico.
Funciona en sólo 3 pasos. Lo aplica alguien muy famoso en una charla que es probable que conozca el 99% de los que me leéis. Es más, de ahí saqué la fórmula HELL.
Bien, pues lo explico precisamente con ese ejemplo. Es una fórmula que jamás olvidarás y podrás aplicar a cualquiera de tus intervenciones públicas, especialmente si vas a hablar al menos 5 minutos.
Es realmente potente porque va a cambiar tu forma de estructurar tus ideas. La aprendes una vez y ya la tienes para toda la vida. Sólo por esto, ya justifica el precio del curso.
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