Decía el Nobel de literatura, Ernest Hemingway: "Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar".
Y lo remató cuando en la gala de los Nobel, al ir a recoger el premio, al final de su discurso dijo: "Como escritor, he hablado demasiado".
Hemingway sabía mucho de escribir, de eso no hay duda pero, dentro de su modestia, también conocía alguna clave de oratoria.
El tiempo.
Porque es seguro que te has encontrado en más de una ocasión sentado escuchando un discurso que... no acababa nunca.
El orador hablaba y hablaba, y no decía nada.
Y tú mirabas desesperado el reloj.
El tiempo parecía haberse detenido.
Querías salir de allí.
Estabas atrapado.Alargar innecesariamente un discurso es como sacar más comida a la mesa cuando todo el mundo se sació hace tiempo.
Así que sí, la duración de nuestras charlas debe ser... más bien tirando a corta.
¿Corta?
¿Cómo de corta?
Hemingway no da una cifra clara y tampoco la oratoria es una disciplina matemática. No hay una cifra mágica, pero sí hay alguna consideración que te puede ayudar en esta tarea de no aburrir a tu público.
Es una clave tan simple que hasta podría pasar por un consejo de cuñado. Pero, a diferencia de éste, es muy efectiva. Mucho.
En el paso 3 de mi formación la explico en detalle y doy ejemplos.
Un ejemplo muy extremo hacia abajo y otro hacia arriba. Abajo y arriba. Ejemplos para saber cuándo te has excedido de tiempo y buscar el equilibrio. Y los explico.
Interesados:
Precio: 497 euros (precio final, impuestos incluidos).
Incluye ayuda: sí, por mi parte. Me podrás preguntar todo lo que necesites.Esaú Martín.