Comunicar es algo innato. Cada vez que abrimos la boca y decimos algo, comunicamos. Y aunque no digamos nada, también. Cada vez que salimos a la calle a dar un paseo, con nuestra forma de vestir y de andar estamos comunicando. Cada vez que aparecemos en una foto colgada en Facebook, también lo estamos haciendo. Los mimos comunican. Hasta los niños recién nacidos lo hacen.
Pero... ¿para qué necesitamos comunicar cosas al mundo? Lo hacemos por pura necesidad.
En los orígenes de la especie humana, poder comunicar era la forma de relacionarse los unos con los otros, formar una sociedad o un grupo unido y solidario y así aumentar las posibilidades de supervivencia. Solos no seríamos capaces de lograrlo.
Al poco de nacer -y guiados por ese instinto de supervivencia- comenzamos a comunicar: el llanto de un bebé no es más que la advertencia de que hay un problema: hambre, sueño, soledad, frío... Pero una vez que tomamos consciencia, la comunicación se vuelve más sofisticada. Más social. A la lista de necesidades que ya teníamos cuando apenas éramos un proyecto de vida, se unen otras muchas: informar, compartir experiencias, mostrar estados de ánimo, transmitir ideas, advertir, recomendar, persuadir, etc.
Índice
1. Hasta los animales comunican
3. No en todos los países se expresan igual
4. Las marcas saben cómo vender
1. Hasta los animales comunican
No sólo la raza humana tiene la necesidad de comunicar, también los animales. Algunos ejemplos:
· Abejas: practican la llamada "danza de las abejas" para transmitir información sobre el lugar donde hay alimento, su cantidad, calidad y a qué hora es más abundante. También la usan para advertir de la presencia de algún tipo de peligro externo.
Además, la "vestimenta" de las abejas comunica, y mucho. El amarillo y negro propio de estos insectos, son los colores más comunes en la naturaleza para advertir de un peligro.
· Caballos: levantan las orejas hasta ponerla rectas y en punta cuando se ponen en alerta antes de cocear.
· Delfines: se comunican por sonidos y cada ejemplar tiene el suyo propio. Al nacer, su madre les silba continuamente para enseñarles su marca sonora y así aprendan a reconocerla.
· Gacelas: cuando se percatan de que el león está al acecho, las gacelas más ágiles realizan grandes saltos para advertir al león de que no se canse corriendo tras ella, pues es posible que no la alcance. Así, el león cambia de objetivo, atacando a otra gacela más asequible.
· Iguana verde: cuando siente el peligro, levanta sus afiladas escamas dorsales para advertir al intruso.
· Mofeta: si se siente amenazada, cambia de postura, emite un sonido y lanza su característico olor hasta a 2 metros de distancia.
· Serpiente de cascabel: ante la presencia de un depredador, hace sonar su cascabel para ahuyentarle.
2. A comunicar se aprende
Un buen comunicador, ¿nace o se hace? Hay personas que nacen con un don pero eso no es suficiente. Tengas un don o no, necesitas desarrollar tu habilidad si quieres tener éxito. Nadie, que yo conozca, nació con el don de saber comunicar y llegó a ser un buen comunicador sin apenas esfuerzo. Y esto vale para cualquier cosa: deportistas, cantantes, actores, periodistas, pintores, ajedrecistas, magos, cómicos, diseñadores... todos ellos trabajaron duro para alcanzar la cima. Ni uno solo llegó, vio y triunfó.
Por tanto, queda claro que si quieres llegar a ser un buen comunicador, tendrás que estudiar, aprender, trabajar y ensayar. Y cuanto más mejor. Si no estás dispuesto a ello, no sigas leyendo, dedica tu tiempo a otras cosas. No hay atajos ni en el arte de comunicar ni en casi nada en la vida. En resumen, a comunicar bien se aprende entrenando.
3. No en todos los países se expresan igual
Quizá os hayáis preguntado porqué en algunas partes del mundo es más frecuente encontrarse con buenos oradores. Yo sí me lo he preguntado muchas veces. ¿Hay algún componente genético o geográfico en todo esto? Definitivamente no. ¿Y porqué en algunos países se expresan mucho mejor que otros?
Veamos algunos ejemplos.
Empecemos por España. Nuestro país es uno de los lugares en los que peor se comunica, no hay más que ver a la mayoría de nuestros políticos. Pero ellos no son más que el reflejo de la sociedad, donde hablar en público es una asignatura de segunda o tercera división. Para muestra un ejemplo:
1. La socorrista y la reacción tóxica que flipas
Muy distinto es el continente americano. Tanto en Estados Unidos como en el resto del continente, podemos encontrar -casi sin buscar- ejemplos de excelentes oradores. Mira:
2. La niña orgullosamente indígena
Bien, es cierto que son dos casos extremos y elegidos para ilustrar una situación. Pero... ¿se imaginan una niña española hablando así? Yo he sido incapaz de encontrar un vídeo similar. En Latinoamérica los hay a docenas.
Entonces, ¿porqué existe tanta diferencia entre España y los países latinos o incluso Estados Unidos? ¿Somos más torpes que ellos? Evidentemente no. En Latinoamérica y Estados Unidos existe una cultura y un entorno que propicia que aparezcan grandes comunicadores y en España no lo hay. Este caldo de cultivo se construye básicamente gracias a la importancia que le otorga la sociedad y el gobierno a la tarea de comunicar, y se materializa fundamentalmente en la enseñanza.
En esos países es común encontrarse con organizaciones como los Clubs de Debate y competiciones como las Ligas de Debate Universitarias, muy comunes y conocidas sobre todo en Estados Unidos y también en países latinos. En España también las hay, pero el interés que despierta es mucho menor.
4. Las marcas saben cómo vender
Si las personas hemos aprendido en mayor o menor medida lo que significa comunicar y su importancia, son las empresas y sus marcas las que más y mejor han entendido la lección. Bien es verdad que pocas son las empresas que aciertan y dejan su huella en la mente del consumidor, pero las que lo logran nos han enseñado algunas lecciones:
No basta con tener un buen producto, hay que saber venderlo bien. De la misma forma, una gran campaña publicitaria jamás logrará vender un mal producto. Por lo tanto: en una empresa, el 50% es el producto y el otro 50% es saber venderlo.
Evidentemente los porcentajes varían según la empresa, pero el concepto es siempre el mismo: tan importante es tener un buen producto, como una buena política de comunicación que lo sepa vender. Si tu empresa no está orientada a la venta, tienes un problema.
Y si no te lo crees, aquí te muestro 3 ejemplos.
1. Coca Cola. Sé feliz
Todo el mundo conoce cómo sabe la Coca-Cola, no hace falta que nadie nos lo recuerde. Conocemos el producto perfectamente, de hecho no ha variado prácticamente desde su creación y sabemos si nos gusta o no, pero... ¿porqué esta empresa nos recuerda periódicamente que forma parte de nuestras vidas?
En primer lugar para darse a conocer. Vale. ¿pero no habíamos dicho que ya era lo suficientemente conocida? Sí para quien ha mamado su publicidad desde pequeño. Imagínate que Coca-Cola dejase de hacer publicidad durante 10 años. ¿qué pasaría con los nuevos consumidores que se incorporan al mercado? ¿quién les contaría lo que es una Coca-Cola y todo lo que representa? La empresa tiene un relato de sí misma y tiene la misión de comunicarla a las nuevas generaciones. No es lo mismo que Coca-Cola te cuente lo que es que se lo cuentes tú a tu hermano pequeño.
En segundo lugar porque nuestro cerebro tiene sus limitaciones en lo que a la memoria se refiere. No tenemos un disco duro en nuestro cerebro. Las cosas se nos olvidan y Coca-Cola se encarga de recordarnos que está ahí, que existe, que está viva y a nuestra disposición para el momento en que necesitemos consumirla.
En tercer lugar, porque necesita posicionarse en el mercado. ¿Y eso qué es? Pues transmitir los valores y creencias de la empresa, su leitmotiv, su misión, su razón de ser y de existir. Uno de los valores más importantes que la marca ha conseguido hacernos llegar es que es el refresco de la alegría y de la gente, de cualquiera, independientemente de su edad, del lugar donde viva, de su condición social, de su aspecto físico, de su ideología, de a qué se dedica o a qué no se dedica.
Y Coca-Cola definitivamente lo ha conseguido. Con campañas globales, locales y con el uso del marketing de guerrilla.
Todo esto se resumen en una pregunta que se responde sola. Dime, sin pensar... una marca de refresco...
2. Apple. Forma parte de tu vida
También Apple es una marca de reconocido prestigio. De hecho es la empresa más valiosa del mundo por capitalización bursátil y quién más o quién menos conoce lo que es un iPhone y lo ha tenido en sus manos. Por si fuera poco, vienen sin manual de instrucciones. Entonces... ¿a qué viene esa ingente cantidad de dinero que se gasta la compañía de la manzana en cada campaña publicitaria?
Aunque por cada nuevo modelo de iPhone lancen una nueva campaña, realmente no te están vendiendo iPhone. De hecho apenas insisten en sus nuevas características técnicas. Lo que te están vendiendo es una filosofía, una forma de ver la vida, de entender lo que te rodea, incluso de entenderte a ti mismo. ¿No te lo crees? Mira:
3. La lotería. Sueña...
Uno de los negocios más antiguos y sencillos del mundo. Compras un boleto y tienes la oportunidad de hacerte millonario. Sencillo, ¿no? La mecánica del negocio sí pero hay que saber cómo venderlo. ¿Qué es la lotería para el que la compra? Pues efectivamente, un sueño. Ni más, ni menos.
* Escribo a diario historias sobre cómo destacar al comunicar en público. Además, te ofreceré productos de pago de alto valor para mejorar tu oratoria y que disfrutes hablando. Si esto es un problema para ti o crees que puedes ser el próximo Obama en dos tardes, por favor no te suscribas.
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