Te acaban de encomendar la difícil tarea de dar un discurso y, pasado el susto, te pones a ello. Enseguida te empiezan a fluir mil y una ideas que comienzas a ordenar y agrupar para que todo tenga un sentido. Tras muchas horas frente al ordenador, por fin tienes lo que tú crees que será tu gran discurso. Se lo lees a tu mejor amigo o a tu pareja y su cara dibuja una apatía total. ¿Porqué? ¿Qué has hecho mal? Debes dar con la tecla, acertar cuáles son los mejores temas para hablar en un discurso.
La respuesta es bien sencilla: no has enfocado bien tu discurso. Lo siento, pero el tema que tú has elegido no interesa a nadie, así de claro. Has hablado de lo que tú has querido pero no de lo que interesa a tus oyentes.
Eso no quiere decir que si tenías en mente hablar de un tema, cambies a otro de manera radical. No se trata de eso. Se trata de preguntar a los oyentes sobre el tema que tú has elegido, qué aspectos de él están interesados en conocer y cuáles les preocupa más. Con esa información, podrás enfocar mucho mejor tu discurso y hacer hincapié en los puntos que a ellos más les interesa.
Ponte a ello. Unos días o semanas antes de comenzar a escribir tu discurso, mándales un cuestionario preguntándoles sobre los temas que les interesan, cuáles son los problemas que ellos ven y qué es lo que necesitan. Combina preguntas abiertas con cerradas y analiza las respuestas. A buen seguro que te llevarás alguna sorpresa. Si no tienes la posibilidad de preguntarles, investiga webs y foros especializados en tu tema, en grupos de linkedlin, en faceboook, twitter…
Ahora, con toda esa información que has recopilado, procésala y elabora tus propias conclusiones. Seguro que ahora tienes ideas más precisas sobre cómo enfocar tu discurso. Si tienes que reescribir tu discurso por completo, no lo dudes, hazlo. Enfocar tu discurso a las necesidades de tu público es el paso más importante que debes tomar a la hora de confeccionarlo.
Ahora cuéntame, ¿sueles enfocarte en tu público? ¿cómo lo haces? Déjame un comentario.