Hola,
Hoy te voy a hablar de maltratos, valentía, de nunca abandonar y cómo la oratoria es el hilo conductor de todo esto.
Quizá conozcas -o no- a Tony Robbins.
Bien, si no le conoces, ahí van algunos datos: norteamericano, nacido en 1.960 en California, 2 metros de alto (el hombre impresiona) y más echado para adelante que el cobrador del frac.
Lleva más de 40 años sobre el escenario.
Ya, ¿pero qué hace?
Podrás verlo en la serie de Netflix "Yo no soy tu gurú" y/o seguir leyendo.
Antes de nada déjame decirte que sus padres se divorciaron cuando él sólo tenía 7 años. Su madre le maltrataba tirándole de los pelos. Era drogadicta.
Un día, en el colegio, Tony trataba de impresionar a una chica que le gustaba.
Ya sabes, haciéndola reír y mostrándose interesante.
- Mira, a que no sabes hacer el pino puente.
- A que consigo que te rías sin hacerte cosquillas.
- A que no sabías que hay caracoles azules en Nueva Zelanda.
- Te puedo llevar a un sitio (oscuro) que no conoces, pero es secreto...
Bueno, ese tipo de cosas de la época de Tony (ahora ya no se llevan, porque se liga con el móvil y agachando la cabeza).
Total, que estaba en esas de tratando de impresionar a la chiquilla, cuando llegó un profesor y mandó llamar al conquistador de corazones.
Robbins asustado, se preveía lo peor. Una bronca estaba a punto de caerle encima pero...
El profesor le sentó en su despacho y tuvo una conversación que, en palabras de nuestro protagonista, nunca olvidará:
- Sr. Robbins, yo sé quién es usted. Usted no está aquí para impresionar a esa chica. Le conozco tanto como usted se conoce a sí mismo, o mejor. Sé quién es, sé lo que te pasa. Sé la historia de su vida.
(Tony, atónito, ya había olvidado hasta a la muchacha)
Mira, tengo aquí un discurso, y este discurso es la historia de su vida.
Vamos a hacer una cosa. Léalo. Si no es así, nos olvidamos. Si lo es, va a ir a competir al campeonato regional de oratoria.
Era un discurso sobre nunca abandonar y sobre la fuerza de voluntad.
Nunca abandonar y fuerza de voluntad, eso era todo.
Lo leyó y dijo:
- Es mi historia.
Y rompió a llorar como una magdalena.
El caso es que fue al campeonato de oratoria. Y lo ganó.
Fue a otro campeonato de oratoria, y lo ganó.
Y a otro, y otro, y los resultados siempre eran los mismos. Siempre ganaba.
Y como ya dominaba el arte de la oratoria, el bueno de Tony logró separarse de las faldas de su maltratadora madre y pudo volar solo.
Ahora vuela solo pero acompañado por un equipo de 3 docenas de personas que le ayudan a montar sus saraos.
Saraos de 2.500 personas que enloquecen con su presencia.
Por si fuera poco, cobra 5.000 dólares por asistir a sus eventos de motivación grupal (monta unos espectáculos que más quisiera Hollywood) y tiene una casa de esas de película que dan a la playa y cuesta contar el nº de habitaciones, en Palm Beach.
Dice que ayuda a la gente porque no quiere que nadie pase por lo que él tuvo que sufrir de pequeño.
Puede ser, o puede ser que sea para pagarse la casa palacio de Palm Beach. O las dos cosas, no lo sé.
Lo que está claro es que al bueno de Tony saber conectar con la gente le ha ayudado mucho en la vida.
Al final la oratoria no es un fin, es la herramienta para conseguir tus metas. Las que sean, ahí no me meto.
Si tienes metas en la vida y la determinación para alcanzarlas, vas por buen camino.
Si la oratoria te puede ayudar a conseguirlas, quizá esto te interese.
En tus metas no me meto, pero en ayudar a dominar las técnicas para conectar con tu público y que la audiencia quiera escucharte más, como le pasa a Robbins, ahí sí.
Para superar el miedo escénico y hablar en público para que te quieran, es aquí:
Cómo hablar en público sin nervios y resultar interesante
Disfruta del día.
Esaú Martín.
El alta es gratis, la baja también.
* Escribo a diario historias sobre cómo destacar al comunicar en público. Además, intentaré venderte productos de alto valor para mejorar tu oratoria y que disfrutes hablando. Si esto es un problema para ti o crees que puedes ser el próximo Obama en dos tardes, por favor no te suscribas.
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