Hace unos cuantos días, durante la última etapa del confinamiento en la que ya se podía salir, fuí a pasear por mi ciudad.
Es algo que me gusta y me relaja.
El caso es que llevaba unos minutos caminando cuando algo llamó mi atención.
Un tranvía detenido en una de las paradas con un letrero luminoso que decía: "Fuera de servicio".
"Fuera de servicio"...
Instintivamente algo me decía que no estaba bien.
Lógico, un tranvía circulando fuera de servicio y haciendo una parada como si estuviera operativo... pues no, no tenía ningún sentido.
Mi cerebro reaccionó de forma institiva ante dos hechos contradictorios.
Un tranvía parado.
Un letrero que decía que estaba fuera de servicio.
Raro, raro...
Eso pasa porque nuestro cerebro ha ido acumulando pequeñas dosis de aprendizaje a lo largo de nuestra vida y ha ido creando patrones.
Patrones que entedemos que son lógicos y que no deberían entrar en conflicto con otros patrones.
Y cuando lo hacen...
Bippppppp!!!! nuestro cerebro pita porque hay algo que no le cuadra.
Esto a la hora de hablar en público también pasa.
Cuando nuestro lenguaje corporal (nuestros gestos) contradice a lo que decimos, nuestro cerebro detecta que algo no va bien y pita.
Yo no quiero que en tus charlas te encuentres con que los cerebros de tus oyentes pitan.
No lo quiero.
Porque tu mensaje se resiente.
De esto y de más cosas hablo en mi curso de oratoria.
De muchas más cosas, en realidad.
Curso para hablar bien en público
Esaú Martín
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