Siguiendo con el anterior email.
En la entrevista a Carmen Machi (la protagonista de Aida), le preguntaron algo muy interesante:
¿Cualquiera puede ser actor?
Gran pregunta.
Yo me esperaba una respuesta de manual, de estos típicas tópicas que aburren: sí, claro, cualquiera que estudie y se esfuerce puede serlo. En plan, ánimo chaval, tú puedes.
El caso es que la actriz contestó de forma muy clara:
- "No, cualquiera no puede. Por eso nuestro trabajo es tan específico".
Lo que venía a decir Carmen es que es difícil ser actor o actriz, y la prueba es que hay muy pocos actores buenos (realmente poquísimos, y en España poquisísimos).
La verdad es que yo creo que es una profesión difícil, aunque lo que yo piense debería darte igual.
El caso es que ponerse en la piel de otra persona no es tarea fácil. Abstraerse de esa manera sólo pueden hacerlo tipos como Nicolas Cage y compañía.
Pero si hablamos de oratoria, hay una noticia buena y otra mala.
Como siempre, empezamos por la buena.
En la oratoria no ocurre como en el mundo de la interpretación. Cualquier puede ser un buen orador. Cualquiera es cualquiera (también gente de Vodafone, imagínate). Las técnicas que se emplean son realmente sencillas.
¿Por qué cualquiera? Porque no has de interpretar ningún papel. Sólo explotar tus capacidades. No ser tú mismo, porque si eres el tú mismo de ahora no vas a hablar bien. Deberás ser tú mismo siguiente versión. Se entiende.
Y relacionado con lo anterior, para hablar bien en público vas a tener que formarte. Bueno, nada nuevo bajo el sol.
Si quieres hacerlo, ahí te puedo ayudar. No te voy a enseñar la oratoria de Aristóteles (ethos, pathos, logos y demás rollo que no te interesaría), te voy a enseñar oratoria de verdad, de alto nivel y divertida.
Vas a aprender técnicas y trucos. No van a ser 100, serán menos, pero menos es más. Un buen puñado de técnicas para desenvolverte y comunicar bien tu mensaje. No necesitas un millón de cosas. No voy a abrumarte, sólo voy al grano, sin adornos.
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Esaú.
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