Hoy te voy a hablar de ocupar espacios y competir sin competir, o competir compitiendo, depende.
Es la tercera y última cosa importante que aprendí en mis 21 años en política.
Si recuerdas, la primera era que todas las declaraciones públicas de los políticos estaban cocinadas (preparadas) de antemano. Nada se dejaba al azar a la hora de lanzar un relato coherente.
Y eso estaba bien si lo sabemos aplicar correctamente a otros órdenes fuera de la política. Poder preparar nuestra charla o discurso es una ventaja si sabemos cómo hacerlo.
La segunda cosa que aprendí es a enfocar correctamente el mensaje, que es donde más fallan habitualmente los oradores. Y si no se hace bien, acaba pasando lo que tenía que pasar, que tu público, aburrido, pide la hora.
Bien, pues la tercera cosa importante que aprendí en política es a competir. No he hecho otra cosa que competir.
¿Contra quién? ¿Porqué? ¿Cuál era la recompensa?
Bueno, la respuesta es sencilla.
Se compite por la confianza de la gente y la disputa es contra tus adversarios políticos.
La recompensa es el poder como instrumento para cambiar la vida de la gente.
Habrá quien se lo crea y habrá quien no. Bien. Yo lo veo así.
Que en la política se compite no es ningún secreto, lo vemos todos los días en las noticias. Las formas de competir... ya cada uno que saque sus conclusiones.
Pero... y en la vida real... ¿Tú compites?
Probablemente respondas que no, o al menos que la mayor parte del tiempo no lo estás haciendo.
Bien, permíteme que te contradiga.
Todos, en mayor o menor medida, nos guste o no, competimos.
Competimos por cosas tan insignificantes como:
- Comprar en oferta de unos pantalones (recuerda que si otro llega primero te quedas sin ellos).
- Hacer cola para conseguir unas entradas de un concierto.
- En la fila del autobús, porque si se llena tendrás que esperar al siguiente.
También competimos por cosas más importantes:
- Un empleo.
- Cerrar un buen negocio.
- Vender un producto o servicio si tienes una tienda.
Así que sí... competimos.
¿Y quién gana cuando competimos? Normalmente el que tiene una ventaja.
¿Qué ventaja? Ser más alto, más fuerte, más listo, tener más dinero, tener mejores contactos... Es decir, poseer algo que otros no tienen.
Así de simple.
Y ahí es donde la oratoria marca la diferencia.
Destacar siendo mejor, marca la diferencia.
Es una diferencia ganadora.
Te distingue.
Y ganas.
Porque saber comunicar hace:
1. Que la gente se fije más en ti, y esta atención te trae muchos beneficios.
2. Que sepas trasladar un mensaje potente y enfocado a tu audiencia, y eso te ayuda a conectar y persuadir.
El famoso empresario norteamericano y una de las fortunas más grandes del mundo, Warren Buffett, siempre dice que él alcanzó el éxito desde cero gracias a conocer los secretos para hablar bien en público (nunca menciona sus estudios de economía).
Concretamente, dijo en una ocasión:
"La oratoria es la habilidad más valiosa que puedes aprender para impulsar tu carrera. Dominar este arte aumentará tu valor profesional en un 50%".
Grábate a fuego esta frase porque es más importante de lo que crees. Si además de grabártela, quieres ponerla en práctica, tengo un curso.
Aquí:
Curso de oratoria
¡Disfruta del día!
Esaú Martín.
El alta es gratis, la baja también.
* Escribo a diario historias sobre cómo destacar al comunicar en público. Además, te ofreceré productos de pago de alto valor para mejorar tu oratoria y que disfrutes hablando. Si esto es un problema para ti o crees que puedes ser el próximo Obama en dos tardes, por favor no te suscribas.
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